sábado, 5 de noviembre de 2016

HUMANISMO MÉDICO Y MEDICINA NARRATIVA: UN UNIVERSO CONCEPTUAL. Por ADOLFO VERA-DELGADO, MD, FACP. MEDICINA NARRATIVA. Cali, Nov. 5. 2016

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HUMANISMO MÉDICO Y MEDICINA NARRATIVA: 
  UN UNIVERSO CONCEPTUAL.

Por ADOLFO VERA-DELGADO, MD, FACP




Cali, Noviembre 4 y 5. 2016

Texto presentado y leído por su autor en el Encuentro
Allí se puede ver y  escuchar en diferido 

Cali, Noviembre 5, 2016, 11:30 AM, Universidad Javeriana 

Relievar la importancia y transcendencia de un evento académico, como   el que gozosamente nos ocupa el día de hoy, es significar de manera contundente el necesario impacto que debe tener para nuestras generaciones médicas, actuales y futuras, el bien hablar y el bien escribir.
Debemos congratularnos con el grupo humano que hizo posible este primer encuentro, rescatando los valores primigenios del HUMANISMO culto y del HUMANISMO humanitario. 

No es fácil permear la endurecida piel de los estamentos oficiales que hacen oídos sordos y ojos ciegos ante las falencias evidentes de precarias formaciones en principios y valores. Y mucho más difícil resulta convocar el entusiasmo colectivo para intentar rescatar valores agregados como los que nos ocupan. 

Bienvenida, entonces, la feliz idea de MEDICINA NARRATIVA como un instrumento de crecimiento individual y colectivo, como una herramienta fecunda para generar autentica empatía en la difícil relación o ecuación MÉDICO-PACIENTE, como una Arcadia feliz para suavizar y atemperar los diagnósticos nefastos y los ominosos pronósticos. 

La Historia de la MEDICINA, en todas sus edades, ha sido cantera perpetua de momentos memorables en investigación, descubrimientos, invenciones y propuestas.
Una historia de la vida humana corre paralela, y esta indefectiblemente unida, a la cronología del dolor como sensación y manifestación de enfermedad. 

Nadie podría ignorar el enorme impacto que debió tener para ese hombre primitivo, precariamente pensante,  pero terriblemente indefenso ante el dolor, esa primigenia intervención terapéutica que pretendió aliviar su síntoma.  

Ni nadie tampoco subestimaría el invaluable aporte que, desde la más remota antigüedad, han ido consolidando todas las generaciones médicas que ejercieron su misión con enormes generosidad, devoción y altruismo, pero prioritariamente con una gran dosis de HUMANISMO y una profunda convicción de estar incidiendo favorablemente en la historia natural de las enfermedades.

El médico, como ser individual, cerebral y emocionalmente comprometido con el HUMANISMO humanitario, en las generaciones precedentes fue frecuentemente permeado por un HUMANISMO culto que le indujo a incursionar en los mas disimiles campos de la inteligencia pensante: dramaturgia, novela, cuento, poesía, cine, filosofía, historia, política, religión, antropología, música, pintura, escultura, gastronomía, danza, amén de su presencia activa en otras disciplinas, no necesariamente artísticas, en las que han liderado papeles protagónicos: periodismo de investigación y de opinión, derecho y ciencias políticas, arquitectura, físico-química, astronomía, paleontología, ecología y biología marina.

No existe Humana disciplina ni oficio conocido de la que algún médico haya estado ausente en una historia de la vida. Todas las diversas expresiones de arte y cultura y  las manifestaciones conocidas del pensamiento universal, se han enriquecido por la presencia actuante de un medico culto. Ignorar esta certeza y no transmitirla a las nuevas generaciones medicas, es perpetuar la infortunada proliferación de médicos incultos o "barbaros ilustrados".
Nada más doloroso para un médico genuinamente sensible que transmitirle a su aterrorizado paciente una pésima noticia sobre su Salud atropellada. Y nada peor para esa víctima que soportar el informe de su médico en un precario lenguaje, carente de todo vestigio de Humana solidaridad, ausente de reflexiones pertinentes, despojado de una presencia vital que le haga más digerible su incierto futuro y más tolerable el tránsito hacia su destino final.

Con verdadera angustia intentamos leer e interpretar las horrorosas y farragosas colecciones de textos elaborados por médicos de urgencias y de pisos en las instituciones hospitalarias. La absoluta carencia de un lenguaje medianamente inteligible hace imposible un elaborado juicio clínico alrededor del problema del paciente. Nos tardamos un enorme tiempo perdido en interpretar la jeringonza de un texto precariamente conceptuado y escrito, que nadie critica ni corrige y que, eventualmente, camufla un desconocimiento total de lo que es un enfoque clínico en la búsqueda de la SALUD extraviada. 
El médico que elabora ese tipo de historias clínicas  está contribuyendo objetivamente al deterioro de la atención en SALUD como derecho fundamental, a la improcedencia de procedimientos diagnósticos  o terapéuticos, a los enfoques clínicos equívocos y, sin duda alguna, al imperativo deterioro del ecosistema por consumo innecesario de papel.

Anecdóticamente, evoco, con algo de nostalgia, mis primeros meses en la Unidad Coronaria del Instituto Nacional de CARDIOLOGIA de México. Su director era, para 1980, el Maestro Manuel Cárdenas Loaeza. Su reciedumbre de carácter, sus altísimas calidades académicas y su incuestionable juicio clínico lo hacía indestronable en el escalafón docente del INC. Las revistas del servicio eran casi que una dramaturgia cuidadosamente elaborada, con desfile de semana santa que, obviamente, él encabezaba en la compañía de sus cuatro profesores adjuntos, seguidos por los seis médicos residentes, cuatro monjas, diez y seis enfermeras jefes y su secretaria personal que transportaba, en una bandeja de plata, la jarra de café negro retinto, la caja de cigarrillos Marlboro, encendedor y cenicero.  Las sesiones de 2 horas, 7:00 a 9:00 am, eran una descarga adrenérgica colectiva.

 Mientras el Dr. Cárdenas, recientemente fallecido con más de 90 años de edad, se tomaba cuatro jarros de cafeína pura  y se fumaba cuatro cigarrillos Marlboro profundamente inhalados, el colectivo de médicos y enfermeras iba presentando uno por uno los pacientes críticamente enfermos de la Unidad Coronaria. En una cama podía estar el indio más pobre de México y en la siguiente el Secretario de Gobernación o el mismísimo Presidente de la República de México. Cárdenas los evaluaba medicamente desde su silla pontifical, sin visitarlos presencialmente en sus cubículos, formulaba un diagnóstico, identificaba un plan terapéutico, cuestionaba todas las conductas médicas previamente adoptadas y, por supuesto, finalizaba su intimidante y agresivo protagonismo, jactándose de su inequívoca vocación de acierto clínico: "Yo me equivoco solamente una vez al año, a propósito, para recordarme a mí mismo que soy un pinche ser humano".

Todo esto lo traigo a cuento porque Cárdenas era un fervoroso cultor del idioma castellano, repudiaba el manejo inapropiado que los Mexicanos le dan a las palabras, la utilización  excesiva de anglicismos por su vecindad fronteriza, la tenebrosa degeneración de los vocablos más elementales en la parla cotidiana, y la infortunada proclividad reduccionista de apocopar la jerga MÉDICA en abreviados volúmenes de letras mayúsculas que ya nos prohibió seguir utilizando creo que la CORTE CONSTITUCIONAL. 

Los momentos candentes de la revista médica del servicio ocurrían cuando el Gran Jefe montaba en cólera, palidecía, sudaba profusamente y el rictus despectivo de su parálisis facial, en un rostro absolutamente glacial, exclamaba, de manera enfática y vehemente, su rechazo visceral por el precario texto de una historia clínica deficientemente elaborada por un hispano-parlante o por cualquier otro médico proveniente de cualquier país del mundo. 
Exigía, no sin razón, que las historias clínicas debían ser pequeñas obras del arte médico. Y cuando eso no ocurría, tomaba su encendedor de cigarrillos y procedía a incinerar la malhadada redacción de un venezolano, español, belga o chipriota, con la vindicta que eso generaba y la obligación perentoria de reconstruir ese  documento oficial en el término de la distancia... 

No sobra advertir que, a mucho honor, fui el único Residente Médico, en muchos años, a quien no logró incinerarle uno sola de sus historias clínicas noveladas. Yo me solazaba recreando las historias elementales de esos personajes que terminaban enfermos en una cama de hospital por razones que ellos ignoraban y yo me anticipaba a predecir. Solíamos establecer una complicidad evidente en el itinerario de su condición patológica y su progresiva recuperación. Recuerdo, por ejemplo, un paciente de novela, 30 años, miocardiopatía dilatada, candidatizado para trasplante en 1980, felizmente recuperado después de su cirugía, celebrando con ese grupo vigoroso de colombianitos un enorme cerdo preparado de su hato hipercolesterolémico. Los médicos compartíamos su infortunio y su victoria. Y narrábamos, en las notas de evolución, lo que significaba cada nuevo logro en sus posibilidades de sobrevida física y emocional.

Eso ya no ocurre en nuestra precaria geografía virtual, en este descaecido mundo de médicos ausentes de sus pacientes, en este depauperado continente de médicos sometidos a la ignominia del maltrato institucional y estatal, en este obsecuente protocolo de aceptación de todas las infamias. 

Vivimos, en estos momentos, la ignominia de una ominosa CORTE SUPREMA DE JUSTICIA penalizando, de manera injusta y oprobiosa, el diagnóstico, probablemente infortunado, de un colega patólogo. El ejercicio médico más transparente puede ser injustamente juzgado y penalizado si ejercemos la posibilidad de ser falibles.

Hablar bien, leer inteligentemente y escribir mejor deben ser propósitos elementales de cualquier ser humano. Los médicos tenemos la obligación ética, legal y PASIONAL de hacerlo siempre. El registro de nuestras historias clínicas debiera ser un bien elaborado referente  vital de cada ser humano que nos corresponde  evaluar y manejar en sus momentos de angustia.

No puede ser solamente la escueta relación de fríos datos estadísticos, cifras de laboratorio clínico, imágenes diagnosticas computadas sin correlación  clínica, ausencia total de la ecuación mente-cuerpo, privación  total de esa mano amiga y de ese abrazo solidario ante los momentos del infortunio transitorio o de la debacle final.

El verdadero HUMANISTA valora la vida y sus circunstancias en toda su profunda significación y acepta, con generosa inteligencia y sin resignada derrota, la dimensión trascendente de la muerte. El médico HUMANISTA disfruta del conocimiento científico mas actualizado pero, además, asume una actitud combativa y eminentemente ética frente a los fenómenos vitales del ser humano como son el dolor, la enfermedad, la discapacidad orgánica o funcional de su paciente, su progresivo deterioro emocional y afectivo y, finalmente, su muerte. Esto lo diferencia categóricamente del técnico erudito en medicina. Es otra manera de pensar y actuar en beneficio del ser humano, rescatando sus valores fundamentales, sus intereses vitales y su dignidad.

Es esa búsqueda perpetua la que nos permite dimensionar la angustia que acompaña al hombre desde su nacimiento y hasta su muerte, en una sucesión de episodios que involucran la enfermedad de su cuerpo y de su mente,  generando el imbalance biológico en el que nos vemos involucrados como médicos o sanadores de ese cuerpo enfermo y de su espíritu o el alma, también sujetos de intervención terapéutica por quienes pueden acceder a los vericuetos de la más profunda intimidad... 

Poderosas razones hacen del acto médico una conjunción de arte, sabiduría científica y taumaturgia en un entronque indivisible donde deben  primar  la compasión y el amor por ese temeroso y debilitado ser humano. No podemos substraernos del enorme compromiso que nos exige entregar de nosotros lo mejor y de nuestros conocimientos lo más razonable y acertado.

Evolucionamos en un aprendizaje continuo que nos impele a la búsqueda de la evidencia para aplicarla en la consulta médica ambulatoria o en la práctica hospitalaria de procedimientos diagnósticos y terapéuticos. 

Somos artífices de una relación interpersonal en la que deben  consolidarse la confianza y el respeto mutuos,  bajo un ordenamiento y unos preceptos éticos que le permitan al paciente el dialogo fluido en la confesión de sus temores y prevenciones. 
Esto de permitirle hablar al ser humano que tenemos al frente, de escucharle con genuino interés lo que nos va refiriendo, con infortunada frecuencia se vulnera por médicos arrogantes que silencian a su interlocutor, espetándoles una lapidaria condena:

"Aquí,  las preguntas las formulo yo; limítese a contestar cuando le pregunte algo!!!!  "Y no me hable de varias dolencias: restrínjase a un solo dolor, a uno  solo de todos sus males !!!!"

La incomunicación en la relación médico-paciente es la más condenable de las malas prácticas profesionales porque es la más fácilmente prevenible. Los pacientes se quejan  de que sus médicos no les dejan hablar y manifestar con libertad los síntomas que padecen. La muy cuestionable falta de tiempo o el temor de los médicos de otras latitudes para informar diagnósticos, pronósticos o prescripciones terapéuticas, ante la eventualidad de una demanda por cualquier error, no justifican el divorcio aparente que se consolida con los inapelables  silencios. El miserable silencio de nosotros, médicos, frente a la tenebrosa angustia de un ser humano que espera respuestas    en la mitad de su desesperanza.

La explicación pormenorizada del enfoque clínico de su patología, el razonamiento elaborado sobre sus causas y consecuencias, el consejo oportuno y detallado sobre la importancia de modificar hábitos de vida y adoptar conductas saludables, minimizan la natural aprensión que experimenta el paciente al enfrentar a su médico en la primera consulta. Más aun, si esa consulta es ginecológica, urológica o psiquiátrica....!!!!

Comprender y aceptar procedimientos diagnósticos o terapéuticos invasivos es otra fuente de razonable incertidumbre para ese paciente que, en no pocas ocasiones, está libre de síntomas. Peor aun cuando dichos procedimientos no están suficientemente justificados y exentos de duda, en virtud de los costos económicos y de eventuales riesgos aceptados en el texto de consentimiento informado.

El médico del siglo XXI es un espécimen diseñado para producir resultados estadísticos con algún sentido epidemiológico, pero sin un claro compromiso con el ser humano como sujeto de su accionar profesional. Poco importa que se establezca una solidaria relación de complementariedad, en la que el médico inicia un proceso de sanación de su paciente desde el momento en que lo saluda con una respetuosa y amable bienvenida que inspire confianza.

Ese medico, defectuosamente moldeado y condicionado para desocupar rápidamente camas hospitalarias y para dar de alta patologías incomodas, difícilmente puede ser permeado por  emociones diferentes a las del conocimiento unidimensional de su minúsculo universo conceptual.

Nos correspondió un sitial de honor en la escala zoológica universal. Infortunadamente, muchos de nosotros no correspondieron a ese designio divino y equivocaron el rumbo. Hoy han sido castigados por indignidad.

Los médicos estamos en la obligación de informar a los pacientes sobre las innumerables falacias que se tejen en el contexto de un acto médico responsable, y de ofrecer explicaciones necesarias sobre una probabilidad diagnostica, una propuesta terapéutica con sus eventuales efectos colaterales, un previsible pronostico y una relativa certidumbre sobre la pertinencia de lo actuado, sin olvidar la profunda reflexión del Profesor Trousseau: " El médico algunas veces cura, muchas veces alivia, pero siempre consuela....!!!! "

Recordar siempre las palabras del Maestro Ignacio Chávez: “No hay peor forma de mutilación espiritual en un medico, que la falta de cultura humanística. Quien carezca de ella podrá ser un gran técnico en su oficio; pero, en lo demás, no pasara de ser un bárbaro ilustrado, ayuno de lo que da la comprensión humana y de lo que fijan los valores del mundo moral....."

“El HUMANISMO no es un lujo ni un refinamiento de estudiosos que tienen tiempo para gastarlo en frivolidades disfrazadas de satisfacciones espirituales. HUMANISMO quiere decir cultura, comprensión del hombre en sus aspiraciones y miserias, valoración de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es justo en la vida, fijación de las normas que rigen nuestro mundo interior, afán de superación que nos lleva, como en la frase del filosofo, a igualar con la vida el pensamiento. Esa es la acción del HUMANISMO al hacernos cultos. La ciencia es otra cosa: nos hace fuertes pero no mejores. Por eso,
EL MEDICO, MIENTRAS MAS SABIO DEBE SER MAS CULTO!!!!"

Bienvenidos a un HUMANISMO CULTO PARALELO AL HUMANISMO HUMANITARIO...!!!


ADOLFO VERA-DELGADO,MD,FACP
http://adolfo-vera-delgado.blogspot.com.co/2016_02_01_archive.html
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CLAUSURA

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NTC ... ENLACES

Intervención del MD Hernando Revelo
Noviembre 5, 2016 , 9:30 AM 
VIDEO


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*** 4 y 5 de noviembre, Cali, 2016, Pontificia Universidad Javeriana – Cali
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--- “I Coloquio Iberoamericano de Medicina Narrativa: La narrativa una herramienta que humaniza” El interés por la Medicina Narrativa ha crecido en el mundo. Educar profesionales de la salud y las ciencias humanas con una visión humanística de su oficio es una necesidad sentida. Además, la capacidad de escuchar los diferentes relatos de los usuarios de nuestros servicios y de narrar explicaciones biomédicas y/o sociales de su bienestar o de su sufrimiento es fundamental en el trabajo clínico y terapéutico de médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, y otras profesiones de los servicios de salud.  Nada más esencial existe en la relación de profesionales y pacientes que el diálogo interpersonal.  .  ¡Hablemos, relatemos y compartamos nuestras experiencias! ("Eneteceémos", decimos por estos lares.)-- El Coloquio abordará los siguientes ejes temáticos: 1. La historia clínica: una narrativa integral - 2. Medicina y literatura: una relación debida - 3. La enfermedad en las obras literarias - 4. La medicina narrativa: una herramienta que humaniza - 5. La ciencia y las humanidades: una historia común - 6. La escritura en el ejercicio médico - 7. La escritura como proceso terapéutico, experiencias y avances. -- Participación gratuita, requiere inscripción previa. Inscríbase aquí, http://opi.javerianacali.edu.co/medicina_narrativa . Detalles e información: http://www.javerianacali.edu.co/i-coloquio-iberoamericano-de-medicina-narrativa y https://www.facebook.com/medicinanarrativa.javerianacali --  medicinanarrativacali@javerianacali.edu.co . Revista Medicina Narrativa. Escritura creativa médica, Nos. 1 al 10:https://issuu.com/search?q=medicina%20narrativa%20javeriana%20cali --- DETALLES: Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. Luego click sobre la imagen para mayor ampliación. Imagen de la derecha: AFICHE , https://drive.google.com/file/d/0B-ABjQmYGMXbbUxLN2hhMzJManM/view // Mañana, sábado, Oct. 5:   Entre otras, intervenciones de los médicos: Hernando Revelo  (9:30 AM) y Adolfo Vera Delgado (10:30 AM) . 
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