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HUMANISMO MÉDICO Y
MEDICINA NARRATIVA:
UN UNIVERSO
CONCEPTUAL.
Texto presentado y leído por su autor en el Encuentro
Y transmitido en vivo
y en directo vía:
https://www.facebook.com/medicinanarrativa.javerianacali/videos/259887114413569/
https://www.facebook.com/medicinanarrativa.javerianacali/videos/259887114413569/
Allí se puede ver y escuchar en diferido
Relievar
la importancia y transcendencia de un evento académico, como el que
gozosamente nos ocupa el día de hoy, es significar de manera contundente el
necesario impacto que debe tener para nuestras generaciones médicas, actuales y
futuras, el bien hablar y el bien escribir.
Debemos
congratularnos con el grupo humano que hizo posible este primer encuentro,
rescatando los valores primigenios del HUMANISMO culto y del HUMANISMO
humanitario.
No es
fácil permear la endurecida piel de los estamentos oficiales que hacen oídos
sordos y ojos ciegos ante las falencias evidentes de precarias formaciones en
principios y valores. Y mucho más difícil resulta convocar el entusiasmo
colectivo para intentar rescatar valores agregados como los que nos
ocupan.
Bienvenida,
entonces, la feliz idea de MEDICINA NARRATIVA como un instrumento de
crecimiento individual y colectivo, como una herramienta fecunda para generar
autentica empatía en la difícil relación o ecuación MÉDICO-PACIENTE, como una
Arcadia feliz para suavizar y atemperar los diagnósticos nefastos y los
ominosos pronósticos.
La
Historia de la MEDICINA, en todas sus edades, ha sido cantera perpetua de
momentos memorables en investigación, descubrimientos, invenciones y
propuestas.
Una historia de la
vida humana corre paralela, y esta indefectiblemente unida, a la cronología del
dolor como sensación y manifestación de enfermedad.
Nadie podría ignorar
el enorme impacto que debió tener para ese hombre primitivo, precariamente
pensante, pero terriblemente indefenso ante el dolor, esa primigenia
intervención terapéutica que pretendió aliviar su síntoma.
Ni nadie tampoco
subestimaría el invaluable aporte que, desde la más remota antigüedad, han ido
consolidando todas las generaciones médicas que ejercieron su misión con
enormes generosidad, devoción y altruismo, pero prioritariamente con una gran
dosis de HUMANISMO y una profunda convicción de estar incidiendo favorablemente
en la historia natural de las enfermedades.
El médico, como ser
individual, cerebral y emocionalmente comprometido con el HUMANISMO
humanitario, en las generaciones precedentes fue frecuentemente permeado por un
HUMANISMO culto que le indujo a incursionar en los mas disimiles campos de
la inteligencia pensante: dramaturgia, novela, cuento, poesía, cine, filosofía,
historia, política, religión, antropología, música, pintura, escultura,
gastronomía, danza, amén de su presencia activa en otras disciplinas, no
necesariamente artísticas, en las que han liderado papeles protagónicos:
periodismo de investigación y de opinión, derecho y ciencias políticas,
arquitectura, físico-química, astronomía, paleontología, ecología y biología
marina.
No existe Humana
disciplina ni oficio conocido de la que algún médico haya estado ausente en una
historia de la vida. Todas las diversas expresiones de arte y cultura y
las manifestaciones conocidas del pensamiento universal, se han enriquecido
por la presencia actuante de un medico culto. Ignorar esta certeza y no
transmitirla a las nuevas generaciones medicas, es perpetuar la infortunada
proliferación de médicos incultos o "barbaros ilustrados".
Nada
más doloroso para un médico genuinamente sensible que transmitirle a
su aterrorizado paciente una pésima noticia sobre su Salud
atropellada. Y nada peor para esa víctima que soportar el informe de su
médico en un precario lenguaje, carente de todo vestigio de Humana solidaridad,
ausente de reflexiones pertinentes, despojado de una presencia vital que le
haga más digerible su incierto futuro y más tolerable el tránsito hacia su
destino final.
Con
verdadera angustia intentamos leer e interpretar las horrorosas y farragosas
colecciones de textos elaborados por médicos de urgencias y de pisos en
las instituciones hospitalarias. La absoluta carencia de un lenguaje
medianamente inteligible hace imposible un elaborado juicio clínico alrededor
del problema del paciente. Nos tardamos un enorme tiempo perdido en interpretar
la jeringonza de un texto precariamente conceptuado y escrito, que nadie
critica ni corrige y que, eventualmente, camufla un desconocimiento total de lo
que es un enfoque clínico en la búsqueda de la SALUD
extraviada.
El
médico que elabora ese tipo de historias clínicas está contribuyendo
objetivamente al deterioro de la atención en SALUD como derecho fundamental, a
la improcedencia de procedimientos diagnósticos o terapéuticos, a los
enfoques clínicos equívocos y, sin duda alguna, al imperativo deterioro del
ecosistema por consumo innecesario de papel.
Anecdóticamente,
evoco, con algo de nostalgia, mis primeros meses en la Unidad Coronaria del
Instituto Nacional de CARDIOLOGIA de México. Su director era, para 1980, el
Maestro Manuel Cárdenas Loaeza. Su reciedumbre de carácter, sus altísimas
calidades académicas y su incuestionable juicio clínico lo hacía indestronable
en el escalafón docente del INC. Las revistas del servicio eran casi que
una dramaturgia cuidadosamente elaborada, con desfile de semana santa que,
obviamente, él encabezaba en la compañía de sus cuatro profesores adjuntos,
seguidos por los seis médicos residentes, cuatro monjas, diez y seis enfermeras
jefes y su secretaria personal que transportaba, en una bandeja de plata, la
jarra de café negro retinto, la caja de cigarrillos Marlboro, encendedor y
cenicero. Las
sesiones de 2 horas, 7:00 a 9:00 am, eran una descarga adrenérgica colectiva.
Mientras
el Dr. Cárdenas, recientemente fallecido con más de 90 años de edad, se tomaba
cuatro jarros de cafeína pura y se fumaba cuatro cigarrillos Marlboro
profundamente inhalados, el colectivo de médicos y enfermeras iba presentando
uno por uno los pacientes críticamente enfermos de la Unidad Coronaria. En una
cama podía estar el indio más pobre de México y en la siguiente el Secretario
de Gobernación o el mismísimo Presidente de la República de México. Cárdenas
los evaluaba medicamente desde su silla pontifical, sin visitarlos
presencialmente en sus cubículos, formulaba un diagnóstico, identificaba un
plan terapéutico, cuestionaba todas las conductas médicas previamente adoptadas
y, por supuesto, finalizaba su intimidante y agresivo protagonismo, jactándose
de su inequívoca vocación de acierto clínico: "Yo me equivoco solamente una
vez al año, a propósito, para recordarme a mí mismo que soy un pinche ser
humano".
Todo
esto lo traigo a cuento porque Cárdenas era un fervoroso cultor del idioma
castellano, repudiaba el manejo inapropiado que los Mexicanos le dan a las
palabras, la utilización excesiva de anglicismos por su vecindad
fronteriza, la tenebrosa degeneración de los vocablos más elementales en la
parla cotidiana, y la infortunada proclividad reduccionista de apocopar la
jerga MÉDICA en abreviados volúmenes de letras mayúsculas que ya nos prohibió
seguir utilizando creo que la CORTE CONSTITUCIONAL.
Los
momentos candentes de la revista médica del servicio ocurrían cuando el Gran
Jefe montaba en cólera, palidecía, sudaba profusamente y el rictus despectivo
de su parálisis facial, en un rostro absolutamente glacial, exclamaba, de
manera enfática y vehemente, su rechazo visceral por el precario texto de una
historia clínica deficientemente elaborada por un hispano-parlante o por
cualquier otro médico proveniente de cualquier país del mundo.
Exigía,
no sin razón, que las historias clínicas debían ser pequeñas obras del arte
médico. Y cuando eso no ocurría, tomaba su encendedor de cigarrillos y procedía
a incinerar la malhadada redacción de un venezolano, español, belga o chipriota,
con la vindicta que eso generaba y la obligación perentoria de reconstruir
ese documento oficial en el término de la distancia...
No
sobra advertir que, a mucho honor, fui el único Residente Médico, en muchos
años, a quien no logró incinerarle uno sola de sus historias clínicas
noveladas. Yo me solazaba recreando las historias elementales de esos
personajes que terminaban enfermos en una cama de hospital por razones que
ellos ignoraban y yo me anticipaba a predecir. Solíamos establecer una complicidad
evidente en el itinerario de su condición patológica y su progresiva
recuperación. Recuerdo, por ejemplo, un paciente de novela, 30 años,
miocardiopatía dilatada, candidatizado para trasplante en 1980, felizmente
recuperado después de su cirugía, celebrando con ese grupo vigoroso de
colombianitos un enorme cerdo preparado de su hato hipercolesterolémico. Los
médicos compartíamos su infortunio y su victoria. Y narrábamos, en las notas de
evolución, lo que significaba cada nuevo logro en sus posibilidades de
sobrevida física y emocional.
Eso
ya no ocurre en nuestra precaria geografía virtual, en este descaecido mundo de
médicos ausentes de sus pacientes, en este depauperado continente de médicos
sometidos a la ignominia del maltrato institucional y estatal, en este
obsecuente protocolo de aceptación de todas las infamias.
Vivimos,
en estos momentos, la ignominia de una ominosa CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
penalizando, de manera injusta y oprobiosa, el diagnóstico, probablemente
infortunado, de un colega patólogo. El ejercicio médico más transparente puede
ser injustamente juzgado y penalizado si ejercemos la posibilidad de ser
falibles.
Hablar
bien, leer inteligentemente y escribir mejor deben ser propósitos elementales
de cualquier ser humano. Los médicos tenemos la obligación ética, legal y
PASIONAL de hacerlo siempre. El registro de nuestras historias clínicas debiera
ser un bien elaborado referente vital de cada ser humano que nos
corresponde evaluar y manejar en sus momentos de angustia.
No
puede ser solamente la escueta relación de fríos datos estadísticos, cifras de
laboratorio clínico, imágenes diagnosticas computadas sin correlación
clínica, ausencia total de la ecuación mente-cuerpo, privación total de
esa mano amiga y de ese abrazo solidario ante los momentos del infortunio
transitorio o de la debacle final.
El
verdadero HUMANISTA valora la vida y sus circunstancias en toda su profunda
significación y acepta, con generosa inteligencia y sin resignada derrota, la
dimensión trascendente de la muerte. El médico HUMANISTA disfruta del
conocimiento científico mas actualizado pero, además, asume una actitud
combativa y eminentemente ética frente a los fenómenos vitales del ser humano
como son el dolor, la enfermedad, la discapacidad orgánica o funcional de su
paciente, su progresivo deterioro emocional y afectivo y, finalmente, su
muerte. Esto lo diferencia categóricamente del técnico erudito en medicina. Es
otra manera de pensar y actuar en beneficio del ser humano, rescatando sus
valores fundamentales, sus intereses vitales y su dignidad.
Es
esa búsqueda perpetua la que nos permite dimensionar la angustia que acompaña
al hombre desde su nacimiento y hasta su muerte, en una sucesión de episodios
que involucran la enfermedad de su cuerpo y de su mente, generando el
imbalance biológico en el que nos vemos involucrados como médicos o sanadores
de ese cuerpo enfermo y de su espíritu o el alma, también sujetos de
intervención terapéutica por quienes pueden acceder a los vericuetos de la
más profunda intimidad...
Poderosas
razones hacen del acto médico una conjunción de arte, sabiduría científica y
taumaturgia en un entronque indivisible donde deben primar la
compasión y el amor por ese temeroso y debilitado ser humano. No podemos
substraernos del enorme compromiso que nos exige entregar de nosotros lo mejor
y de nuestros conocimientos lo más razonable y acertado.
Evolucionamos
en un aprendizaje continuo que nos impele a la búsqueda de la evidencia para
aplicarla en la consulta médica ambulatoria o en la práctica hospitalaria de
procedimientos diagnósticos y terapéuticos.
Somos
artífices de una relación interpersonal en la que deben consolidarse la
confianza y el respeto mutuos, bajo un ordenamiento y unos preceptos
éticos que le permitan al paciente el dialogo fluido en la confesión de sus
temores y prevenciones.
Esto
de permitirle hablar al ser humano que tenemos al frente, de escucharle con
genuino interés lo que nos va refiriendo, con infortunada frecuencia se vulnera
por médicos arrogantes que silencian a su interlocutor, espetándoles una
lapidaria condena:
"Aquí,
las preguntas las formulo yo; limítese a contestar cuando le pregunte
algo!!!! "Y no me hable de varias dolencias: restrínjase a un solo
dolor, a uno solo de todos sus males !!!!"
La incomunicación
en la relación médico-paciente es la más condenable de las malas prácticas
profesionales porque es la más fácilmente prevenible. Los pacientes se quejan
de que sus médicos no les dejan hablar y manifestar con libertad los
síntomas que padecen. La muy cuestionable falta de tiempo o el temor de los
médicos de otras latitudes para informar diagnósticos, pronósticos o
prescripciones terapéuticas, ante la eventualidad de una demanda por cualquier
error, no justifican el divorcio aparente que se consolida con los inapelables
silencios. El miserable silencio de nosotros, médicos, frente a la
tenebrosa angustia de un ser humano que espera respuestas en la
mitad de su desesperanza.
La
explicación pormenorizada del enfoque clínico de su patología, el razonamiento
elaborado sobre sus causas y consecuencias, el consejo oportuno y detallado
sobre la importancia de modificar hábitos de vida y adoptar conductas
saludables, minimizan la natural aprensión que experimenta el paciente al
enfrentar a su médico en la primera consulta. Más aun, si esa consulta es
ginecológica, urológica o psiquiátrica....!!!!
Comprender
y aceptar procedimientos diagnósticos o terapéuticos invasivos es otra fuente
de razonable incertidumbre para ese paciente que, en no pocas ocasiones, está
libre de síntomas. Peor aun cuando dichos procedimientos no están
suficientemente justificados y exentos de duda, en virtud de los costos
económicos y de eventuales riesgos aceptados en el texto de consentimiento
informado.
El
médico del siglo XXI es un espécimen diseñado para producir resultados
estadísticos con algún sentido epidemiológico, pero sin un claro compromiso con
el ser humano como sujeto de su accionar profesional. Poco importa que se
establezca una solidaria relación de complementariedad, en la que el médico
inicia un proceso de sanación de su paciente desde el momento en que lo saluda
con una respetuosa y amable bienvenida que inspire confianza.
Ese
medico, defectuosamente moldeado y condicionado para desocupar rápidamente camas
hospitalarias y para dar de alta patologías incomodas, difícilmente puede ser
permeado por emociones diferentes a las del conocimiento unidimensional
de su minúsculo universo conceptual.
Nos
correspondió un sitial de honor en la escala zoológica universal.
Infortunadamente, muchos de nosotros no correspondieron a ese designio divino y
equivocaron el rumbo. Hoy han sido castigados por indignidad.
Los médicos estamos en la obligación de informar a los pacientes sobre las innumerables falacias que se tejen en el contexto de un acto médico responsable, y de ofrecer explicaciones necesarias sobre una probabilidad diagnostica, una propuesta terapéutica con sus eventuales efectos colaterales, un previsible pronostico y una relativa certidumbre sobre la pertinencia de lo actuado, sin olvidar la profunda reflexión del Profesor Trousseau: " El médico algunas veces cura, muchas veces alivia, pero siempre consuela....!!!! "
Los médicos estamos en la obligación de informar a los pacientes sobre las innumerables falacias que se tejen en el contexto de un acto médico responsable, y de ofrecer explicaciones necesarias sobre una probabilidad diagnostica, una propuesta terapéutica con sus eventuales efectos colaterales, un previsible pronostico y una relativa certidumbre sobre la pertinencia de lo actuado, sin olvidar la profunda reflexión del Profesor Trousseau: " El médico algunas veces cura, muchas veces alivia, pero siempre consuela....!!!! "
Recordar
siempre las palabras del Maestro Ignacio Chávez: “No hay peor forma de mutilación
espiritual en un medico, que la falta de cultura humanística. Quien
carezca de ella podrá ser un gran técnico en su oficio; pero, en lo demás, no
pasara de ser un bárbaro ilustrado, ayuno de lo que da la comprensión humana y
de lo que fijan los valores del mundo moral....."
“El
HUMANISMO no es un lujo ni un refinamiento de estudiosos que tienen tiempo para
gastarlo en frivolidades disfrazadas de satisfacciones espirituales. HUMANISMO
quiere decir cultura, comprensión del hombre en sus aspiraciones y miserias,
valoración de lo que es bueno, lo que es bello y lo que es justo en la vida,
fijación de las normas que rigen nuestro mundo interior, afán de superación que
nos lleva, como en la frase del filosofo, a igualar con la vida el pensamiento.
Esa es la acción del HUMANISMO al hacernos cultos. La ciencia es otra cosa: nos
hace fuertes pero no mejores. Por eso,
EL
MEDICO, MIENTRAS MAS SABIO DEBE SER MAS CULTO!!!!"
Bienvenidos
a un HUMANISMO CULTO PARALELO AL HUMANISMO HUMANITARIO...!!!
ADOLFO VERA-DELGADO,MD,FACP
http://adolfo-vera-delgado.blogspot.com.co/2016_02_01_archive.html
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NTC ... ENLACES
Intervención del MD Hernando Revelo
Noviembre 5, 2016 , 9:30 AM
VIDEO
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CLAUSURA
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Intervención del MD Hernando Revelo
Noviembre 5, 2016 , 9:30 AM
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*** 4 y 5 de noviembre, Cali, 2016, Pontificia Universidad Javeriana – Cali
--- “I Coloquio Iberoamericano de Medicina Narrativa: La narrativa una herramienta que humaniza” El interés por la Medicina Narrativa ha crecido en el mundo. Educar profesionales de la salud y las ciencias humanas con una visión humanística de su oficio es una necesidad sentida. Además, la capacidad de escuchar los diferentes relatos de los usuarios de nuestros servicios y de narrar explicaciones biomédicas y/o sociales de su bienestar o de su sufrimiento es fundamental en el trabajo clínico y terapéutico de médicos, enfermeros, psicólogos, trabajadores sociales, y otras profesiones de los servicios de salud. Nada más esencial existe en la relación de profesionales y pacientes que el diálogo interpersonal. . ¡Hablemos, relatemos y compartamos nuestras experiencias! ("Eneteceémos", decimos por estos lares.)-- El Coloquio abordará los siguientes ejes temáticos: 1. La historia clínica: una narrativa integral - 2. Medicina y literatura: una relación debida - 3. La enfermedad en las obras literarias - 4. La medicina narrativa: una herramienta que humaniza - 5. La ciencia y las humanidades: una historia común - 6. La escritura en el ejercicio médico - 7. La escritura como proceso terapéutico, experiencias y avances. -- Participación gratuita, requiere inscripción previa. Inscríbase aquí, http: //opi.javerianacali.edu.co/med icina_narrativa . Detalles e información: http://www.javeri anacali.edu.co/i-coloquio-iber oamericano-de-medicina-narrati va y https://www.facebook.com/ medicinanarrativa.javerianacal i -- medicinanarrativacali@javeria nacali.edu.co . Revista Medicina Narrativa. Escritura creativa médica, Nos. 1 al 10:https://issuu.com/search?q= medicina%20narrativa%20javeria na%20cali --- DETALLES: Click derecho sobre las imágenes para ampliarlas en una nueva ventana. Luego click sobre la imagen para mayor ampliación. Imagen de la derecha: AFICHE , https://driv e.google.com/file/d/0B-ABjQmYG MXbbUxLN2hhMzJManM/view // Mañana, sábado, Oct. 5: Entre otras, intervenciones de los médicos: Hernando Revelo (9:30 AM) y Adolfo Vera Delgado (10:30 AM) .
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